Empresa familiar

Las empresas familiares en España conforman el 89% del total de las empresas del mercado y el peso de su actividad equivale a un 57% del PIB del sector privado. Todos los sectores de la economía española cuentan con una alta presencia de empresas familiares. En este sentido, destacan especialmente el sector de la construcción, el del comercio, la agricultura y el industrial.

En el 90% de los casos, el administrador o consejero delegado de la sociedad familiar pertenece a la familia propietaria, y más del 53% de las mismas están todavía gestionadas por la primera generación de propietarios.

Una de las ventajas de los negocios familiares es su focalización en un área territorial concreta, lo que abre una oportunidad: la internacionalización. Solo el 11,3% tiene presencia fuera de España.

En la actualidad, las empresas familiares están sufriendo el cambio generacional en la propiedad y la gestión. Esto supone que la nueva generación llega con un cambio de expectativas en la forma de gestionar el negocio. Este cambio generacional implica en muchos casos una nueva apuesta por el crecimiento y la expansión internacional. En otros casos, la generación de relevo no está dispuesta a continuar el negocio y por lo tanto surgen oportunidades para la inversión a través de la adquisición de negocios consolidados y con expectativas y posibilidades de crecimiento.

Con nuestro equipo especializado ponemos a disposición del cliente nuestros servicios de asesoría legal en la transición generacional y expansión nacional e internacional de las empresas familiares. Nuestra experiencia nos permite entender los retos del negocio y acompañar a nuestros clientes en su superación.

Protocolo familiar

El 89% de las empresas en España son empresas familiares, las cuales constituyen el 67% del empleo privado, lo que es igual a 7 millones de empleos que generan el 57% del PIB español. Este tipo de empresas combinan tres componentes importantes: la familia, la propiedad y la empresa. En muchos casos, dichos componentes dificultan el proceso de desarrollo de las mismas por lo que es común que de cada 100 empresas familiares que se acercan a la segunda generación, sólo 30 sobreviven y de estas, solo 15 continúan hasta la tercera generación. Es aquí en donde aparece la figura del protocolo familiar.
El protocolo familiar supone la elaboración de un programa estratégico familiar que permite establecer mecanismos que regulen la sucesión del negocio familiar, el régimen económico matrimonial de los miembros de la familia, el gobierno y dirección de la empresa familiar, la resolución de conflictos o, entre muchos otros, la transmisión de acciones o participaciones entre las distintas ramas familiares.
Esta figura permite a las empresas familiares enfrentarse a retos específicos de las mismas, como definir una visión y valores compartidos, planificar y superar con éxito el relevo generacional, atraer, seleccionar y retener el mejor talento, gestionar de forma armónica las relaciones familia-empresa, las cuestiones emocionales frente a las cuestiones empresariales y patrimoniales, además de los retos que se dan en toda clase de empresas como la expansión y la internacionalización.

Un protocolo familiar busca satisfacer 4 objetivos: definir una visión y valores compartidos por la familia, fomentar la cohesión y el compromiso de la familia empresaria con el proyecto empresarial común, favorecer la continuidad y viabilidad de la empresa y su gobernabilidad mediante la planificación que facilite el relevo generacional, y preservar y transmitir el legado.

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Para garantizar su cumplimiento, es esencial que el proceso de elaboración del protocolo familiar cuente con la participación e involucración activa de todas las generaciones que son y serán accionistas de la empresa familiar.
Por tanto, el protocolo familiar constituye el documento que culmina y plasma el consenso alcanzado entre todos los participantes y a su vez supone el inicio de una nueva etapa para para la empresa familiar.
Para llevar a cabo la elaboración de un protocolo familiar se debe de atravesar por las siguientes fases: tomar conciencia de la necesidad de establecer un plan estratégico familiar, valorar la situación de partida de la empresa familiar (fortalezas, debilidades, conflictos, soluciones, etc.), redacción y firma del protocolo, y por último, la ejecución y adaptación de los instrumentos de desarrollo.
Los estatutos sociales no se deben de confundir con el protocolo familiar, al ser instrumentos jurídicos diferentes. Sin embargo, existe la posibilidad de configurar la obligación de cumplir con el protocolo familiar como una prestación accesoria dentro de los estatutos sociales, para así garantizar el cumplimiento del protocolo familiar por la empresa familiar.